Champagne, luces, risas, dinero y velocidad. Así es la vida en Long Island, Nueva York, durante los años veinte... para ser más concretos, en el verano de 1922, donde comienza esta novela. Una obra con gran carga simbólica que ha hecho de F. Scott Fitzgerald uno de los mejores escritores de la literatura contemporánea estadounidense por su dura crítica al sueño americano y a la falta de valores de los "Roaring Twenties".
Nick Carraway, narrador de la historia, acaba de volver de Europa de combatir en la Gran Guerra que deprimió completamente al Viejo Continente, y decide establecerse en West Egg, en Long Island, muy próximo al centro financiero de Nueva York para aprender a ser accionista. Al otro lado de Long Island, en East Egg, viven Tom y Daisy Buchanan, ésta última prima de Nick, en una flamante mansión. La diferencia entre East y West Egg, a pesar de ser zona de ricos, es simple: East Egg es "old money territory", mientras que West Egg es "new money".
Nuestro narrador alquila una pintoresca casita en West Egg, "new money territory", y lo que no sabe es que se ha mudado nada más y nada menos que al lado del gran Jay Gatsby, Su enigmático vecino que celebra extravagantes fiestas cada fin de semana a las que acuden cientos de personas de todas las clases sociales, atraidas por la curiosidad, el morbo y la fortuna del anfitrión... ¿Quién es Jay Gatsby? Alguien me dijo que es hijo del Diablo y que está metido en asuntos bastante turbios.
Nick asiste a varias de sus fiestas, intrigado por Gatsby y descubre el por qué de estas salvajes celebraciones; Gatsby, esperanzado, ha estado esperando a que Daisy Buchanan, la prima de Nick, acudiese a una de ellas. Gatsby está enamorado irrevocablemente de Daisy desde que la conoció en Louisville en 1917, antes de que partiese a luchar en la Gran Guerra, pero el destino los separó cuando el conflicto terminó y Gatsby tardó más de la cuenta en volver a Estados Unidos. Desde el momento en que Gatsby se muda a West Egg, justo en frente de la mansión de los Buchanan, su objetivo es recuperar a Daisy e intentar revivir el pasado... cueste lo que cueste.
La forma en la que Fitzgerald trata a los personajes y cómo los hace planos (en el caso de Daisy y Tom) o cómo puede construirlos de tal manera que tengan gran carga simbólica y emocional (Gatsby y Nick), es formidable. Aunque a veces puede ser demasiado descriptivo, tiene toques con ciertas expresiones que a mí me engancharon desde el primer momento; "creative temperament" y "old sport", de la versión en inglés están dentro de mis favoritas.
Mi personaje favorito de este libro es, sin duda, el que le da el título a la obra; Jay Gatsby. A pesar de la superficialidad del momento en el que le tocó vivir; un mundo sin valores y gobernado por el dinero, es un hombre de gran esperanza que nunca se rinde y lucha por lo que quiere y, en este caso, a quien quiere, Daisy. Aunque conseguir a la mujer de tus sueños con una gran fortuna no suene a amor verdadero en su esencia, podemos ver el esfuerzo que ha puesto Gatsby en ello.
"Su corazón se hallaba en constante y turbulenta agitación, temperamento creador, tenía un don para saber esperar y, sobre todo, una romántica presteza; era la suya una de esas raras sonrisas, con una calidad de eterna confianza, de esas que en toda la vida no se encuentran más que cuatro o cinco veces.
(...)
James Gatz (Jay Gatsby) era víctima de un mundo al que no pertenecía: ricos, seres descuidados e indiferentes, que aplastaban cosas y seres humanos, y luego se refugiaban en su dinero o en su amplia irreflexión.
(...)
Gatsby creía en el fastuoso futuro que año tras año retrocede ante nosotros. Aunque en este momento nos evite, no importa... Mañana correremos más rápido, estiraremos más los brazos... Y una hermosa mañana. Y así seguimos, luchando como barcos contra la corriente, atraidos incesantemente hacia el pasado."